26 septiembre 2006

REPOLITIZAR LA POLITICA DE IZQUIERDAS

De hace días que me rondan dos temas por la cabeza: de un lado el acceso a la vivienda; del otro, la voluntad de tanto político de izquierda y derecha (pero especialmente de la izquierda) de cambiar el mundo a golpe de BOE.

Y el infortunio quiso que cayera en mis manos un artículo de Salvador Milà, político de relumbrón de ICV y ex-Conseller d’Habitatge (Consejero de Vivienda) de la Generalitat de Catalunya.

Allí encontré los dos temas perfectamente entrelazados: mientras Milà construía un discurso piadoso de preocupación por los más desfavorecidos, reafirmaba su voluntad de cambiar el mundo desde DOGC (el BOE de la Generalitat).

En el artículo, el ex­-conseller nos descubre un mercado inmobiliario donde la demanda es superior a la oferta y (oh sorpresa!!) los precios crecen hasta el “máximo que la demanda pueda soportar en términos de relación con la renta familiar” (la cita no es del consejero). Luego, (nobleza obliga) critica la política de liberalización del suelo del PP, que no consiguió reducir su precio, y elogia (como no) su acción política (incremento del presupuesto, inicio de 35.000 VPO, reserva de suelo para 50.000 más). Informar a aquellos que no residan en Catalunya que tampoco ha conseguido reducir los precios de la vivienda.

Pero él pasa página y su nueva preocupación es que el incremento de los tipos de interés de las hipotecas (que bancos embaucadores nos han obligado a firmar a interés variable) puede transformar el problema de acceso a la vivienda en el problema de los “desalojados de su vivienda”.

Así que plantea 3 grandes soluciones:

1. Limitar las hipotecas al 80%, a 25 años, eliminar las comisiones y facilitar la conversión de tipos variables en fijos.

2. Impedir que las entidades financieras sean accionistas de inmobiliarias.

3. Que la obra social de las cajas de ahorro hagan vivienda social de alquiler.

De entrada, las medidas parecen innovadoras, fáciles de realizar (se publican en el BOE y “santas pascuas”) y “baratas”. Pero, si analizamos los efectos de estas grandes soluciones veremos que:

1. LIMITAR LAS HIPOTECAS AL 80% Y A 25 AÑOS:

Esta medida supone expulsar del mercado hipotecario a la mayoría que solo puede acceder con hipotecas del 100% y a 30-40-50 años: Igual esto reduce la demanda y bajan los precios. Aunque, si la oferta de vivienda VPO no crece, ¿dónde van a vivir sino se compran el piso? Aunque, si elimina las comisiones, abaratará el coste de la hipoteca para los que la puedan obtener. De otro lado, facilitar la conversión de tipos variables a tipos fijos significa eliminar los costes (básicamente impuestos) de la conversión (en Cataluña el 1% del acto jurídico documentado): ¿No fueron suficientes tres años para realizarlo?

RESUMEN; Esta acción expulsa a los más débiles del mercado inmobiliario, agrava el problema del acceso a la vivienda y abarata los costes hipotecarios a los "privilegiados" que puedan obtener una.

2. IMPEDIR QUE LAS ENTIDADES FINANCIERAS SEAN ACCIONISTAS DE INMOBILIARIAS:

Su argumento es que son ARTE Y PARTE. Ahora bien, ¿por qué limitarse al mercado inmobiliario? Bancos y cajas son propietarios de casi todas las empresas que nos giran un recibo cada mes: eléctricas, gasistas, aguas, autopistas, teléfonos, ADSL, aseguradoras, y tantas otras actividades de la vida como constructoras de obras públicas, etc.

RESUMEN: Impedir que las entidades financieras sean propietarias de las inmobiliarias no tiene ningún efecto en el mercado de la vivienda, y menos en las hipotecas.

3. LAS OBRAS SOCIALES DE LAS CAJAS:

Las cajas, en general, son gestionadas por las administraciones públicas, que pueden dirigir su obra social a donde quieran. Pero, que las obras sociales de las cajas de ahorro suplan la falta de acción política de los gobiernos (especialmente de izquierdas) y que esto lo sugiera un político de izquierdas que ha tenido responsabilidad de gobierno es alucinante.

RESUMEN: ¿cuando nada puede la política llega la hora de las ONG?

Y es que buena parte de esa necesidad de tirar de DOGC/BOE nace de una creencia casi religiosa muy arraigada en la izquierda: la gran CONSPIRACIÓN, en este caso FINANCIERO-INMOBILIARIA. Veámosla:

1. Para Milà, los bancos no llevan años ofreciendo hipotecas a tipo de interés fijo: nos engañan.

2. Para Milà, haber iniciado (en tres años) la construcción en Cataluña de 35.000 VPO no son una gota de agua en el mar de las 300.000 viviendas construidas entre 2003 y 2005.

3. Para Milà, que el precio de la vivienda protegida de promoción libre en Barcelona ciudad sea 2.377,55 €/m2 y el de la vivienda usada sea de 4.498,00 €/m2 (no hablaremos de la nueva) no supone ninguna limitación.


El príncipe desnudo se mira en el espejo y no ve la necesidad de “conseguir una producción de viviendas a precio controlado, asequible para la mayoría de la población que básicamente espera de ellas la prestación de un servicio (de alojamiento)” (del informe de Carme Trilla).

No habla de lo que tan solo se puede conseguir [y esto lo añado yo] desarrollando una vieja política de izquierdas: dejar de legislar e intervenir en el mercado, pero no poniendo cortapisas burocráticas a la concesión de créditos o al funcionamiento de los mercados financieros locales.

Hay que construir parque público de viviendas de alquiler controlado (valor de uso) en cuantía suficiente como para satisfacer la demanda de la personas que Salvador Milà quiere expulsar del mercado.

Pero, además esto debe hacerse en cantidad suficiente (20-30.000 viviendas anuales en Catalunya), concertadamente con la administración local y estatal y durante un largo periodo de tiempo (5-10 años).

El buenísimo “progre” anclado en el pasado (unas veces 1917, otras el neolítico), su populismo, su desconfianza de la acción política real, su paranoia conspirativa y su afán por cambiar el mundo a “golpe de pito” son contraproducentes para la izquierda que aspira a construir un mundo mejor, pero de adultos (no de niños que todavía creen en el coco).