18 marzo 2006

JOSE MARIA AZNAR, UN HOMBRE AUDAZ, ARROGANTE Y BRUTAL

Los relatos que describen a José María Aznar como una persona dotada de una enorme frialdad o una inteligencia diabólica son sólo un reflejo del sensacionalismo de ciertos medios. Aznar era un hombre notablemente común y corriente, parecido a los que podemos encontrar cerca de nosotros mismos, en nuestro trabajo, entre el vecindario, en el grupo de conocidos que frecuentamos habitualmente... ¿Qué fue entonces lo excepcional de Aznar, qué le proyectó de forma imparable hacia el poder?
En primer lugar, una acentuada confianza en sí mismo, muy superior a la que cualquier persona tiene en sus capacidades. Eso iba a terminar siendo también su perdición, pues hasta el último momento creyó que lograría jugar contra el resto del mundo. Después, una desconcertante capacidad para ir combinando, según le convenía, las diferentes facetas de su personalidad. [...] Por último, Aznar procedía de una oscura ciudad de provincias y en ocasiones también extrajo recursos de ahí, especialmente cara a los que le votaban o apoyaban en Castilla-León. La combinación de esos [...] elementos de su personalidad hacía de él un político muy impredecible en su época, tanto para los extranjeros como para los propios españoles.
Esos recursos le sirvieron para gobernar de forma autoritaria sin llegar a imponer un régimen totalitario. En efecto, Aznar no gobernó como un dictador; pura y simplemente no podía hacerlo, porque nunca dispuso de los medios para instaurar una dictadura. Entre el ejército y él no existía la mutua confianza necesaria para dar un golpe conjunto o para que las fuerzas armadas colaboraran; posiblemente se hubiera desencadenado una guerra civil entre españoles, y a eso no quería llegar nadie. [...]
Algunos líderes [...] recurrieron a resucitar antiguas o nuevas consignas nacionalistas buscando movilizar a la ciudadanía o, al menos, un respaldo popular a las necesarias reformas que solían tener mucho de impopular. Desde Occidente ese renacimiento del nacionalismo [...] fue calificado de forma positiva o negativa según las circunstancias o conveniencias, como había ocurrido con el nacionalismo polaco de base católica a comienzos de los ochenta. En definitiva, Aznar no era un hombre tan alejado de su contexto cultural; tampoco era ajeno al ambiente social en que vivió y creció durante los primeros años de su carrera. [...]
Por lo tanto, el epitafio político y personal de José María Aznar podría ser el siguiente: gobernó a la última España como si fuera una gran potencia internacional. Con la audacia, arrogancia y brutalidad con que los grandes estadistas manejan sus grandes estados todopoderosos. Pero resultó algo así como conducir un pequeño Seat 600 en los grandes circuitos de carreras con aspiraciones de que hiciera el papel de un fórmula 1. Aun así, obtuvo resultados más allá de lo que cabría esperar. Pero fue perdiendo piezas por el camino y el desastre final, para España, y para sí mismo, fue de considerables proporciones.
En realidad este artículo ha sido redactado por Francisco Veiga y publicado por La Vanguardia el domingo 12 de marzo de 2006. Yo tan sólo he cambiado el nombre de Slobodan Milosevic por otro de manera que se nos haga más claro cuál es el nacionalismo excluyente de origen balcánico en España.