Hace ya demasiados meses que se desarrolla un espurio debate donde se cruzan acusaciones de “nacionalista” entre personas que, por su militancia política, uno creería, cuando menos, afines ideológicamente. Han llegado a verbalizar dislates como sentir su particular patria ”en lo más profundo de su corazón”, igual que los futboleros sienten los colores de su equipo. Banalidades de esta índole en boca de políticos liberales, democristianos o simplemente de derechas no sorprenden.
Pero, ver a lideres comprometidos con la igualdad, con el progreso social, con la libertad, con la justicia social, más vinculados a lo abstracto (NACION) que a lo concreto (españoles, catalanes, vascos, etc.) siempre me impresiona (negativamente).
Quiero formular una breve proposición que salvaguarde a aquellas personas más impresionables de este tipo de comentarios:
Substituyamos en nuestros discursos, artículos, comentarios, etc, las categorías abstractas (como las naciones) por las más concretas (las personas que conforman esas naciones: sus nacionales).
Son las personas el objeto de nuestra acción política. Y son las personas el sujeto de la acción política.
Y vale tanto para naciones con potentes estados como para naciones sin estado.
Con Cataluña hemos topado amigo Sánchez, article de Jordi del Rio
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Hace 5 años